La conclusión obtenida es que el deporte de intensidad media y alta constituye un factor de protección frente a esta enfermedad.
Por ejercicio moderado entendemos correr entre 20 y 40 minutos de 3 a 5 veces por semana.
Además, también está demostrado que el deporte ayuda a las personas que ya padecen esta dolencia a recuperarse mejor y a convivir con la enfermedad con una mayor calidad de vida. La clave está en adaptar la actividad física a cada paciente.
Aumentar las defensas, acelerar la recuperación tras una operación, mejorar la apariencia física, la autoestima, la motivación y otros aspectos psicológicos, son algunos de los beneficios del deporte en estas personas.
No quería dejar este tema sin abordar, ya que a día de hoy, el cáncer es una de las enfermedades que más preocupa a los habitantes de países desarrollados. Os dejo la noticia completa, publicada en el año 2010, que he extraído del periódico El mundo.
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Imagen obtenida de Google |
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